Pregón (haz clic para leerlo entero)

05.04.2024

Hubo un lugar una vez 

con tanto duende y pellizco

que al llegar Semana Santa

hasta el mismo Jesucristo

soñaba llegar a él

entre claveles y lirios.


Hubo una vez un lugar

que fue puerta de un camino

de desplantes costaleros

y morenos paseíllos

como nunca antes lo vieron

-sol y sombra- en los tendidos.


Tuvo un lugar mi Jerez...

¡Ay!, tuvo esta tierra un sitio

donde abril siempre era abril

en las caras de los niños

y en la estela interminable

de los palios de oro fino.


Hubo una vez un lugar...

Y Moure aquí ya lo dijo.


Puerta grande del cofrade

Olimpo del poderío,

mil oles iban al cielo

al tronar de los martillos.


Por la arista de sus tardes

girasoles malheridos

y en la cresta de sus noches

cien nisanes encendidos.


-Crucigrama de adoquines-

sobre aquel suelo bendito (divino)

cuatro rayitos de luz

unían siempre su sino.


Por San Pedro, Bizcocheros 

Honda del hondo martirio,

Naranjas de azul y blanco,

Larga, del largo destino.

Cuatro rayitos de amor

le daban lustre y tronío...


Cuatro rejones de muerte...

en el alma de aquel niño.


Hace tiempo hubo un lugar...

Lo dice el recuerdo mío...

que Dios revistió de gloria

para Gloria de su Hijo...


Hace tiempo hubo un lugar

lleno de duende y pellizco...


Pero aquel tiempo pasó

y el lugar ya no es el mismo.

Lo vistieron de diamantes,

lo llenaron de palquillos

y la esencia de su cante

cayó al pozo del olvido.


Un lugar donde una madre

con dos hijos y un carrito,

en la sede del Banesto,

-puerta de un banco mezquino-,

enseñaba cofradías

sin saber lo que era un cirio.


Una, Elisa. Otro, José.

Vegazo, sus apellidos

y aquel Ángel en la tierra

que se llamaba Francisco

que sólo necesitaba

un poquito de cariño.


Y es que por la enfermedad

del menor de los nacidos

esa familia tenía

pese a mi enfado y mis gritos

que volver rápido a casa

a calentar los potitos.


Tres hermanos ya son dos.

solitos ante el peligro.

Y esa madre, ya cansada

de ser luz en el abismo

marchó al abrazo del Padre

con ese paso cansino

de quien sabe que se acerca

el final de su camino.


Una madre superada

por el cáncer del olvido.

Maldito cáncer que mata...

Maldito cáncer... maldito...


¡Maldito seas Jerez

por enterrar ese sitio!


Por ella... este blues de marzo

románticamente herido

que sueña volver a verla...

que sueña volar contigo....


Y aunque sé que es imposible

porque es un canto al vacío,

hoy quiero gritar bien fuerte

con vosotros por testigos

que Jerez tuvo un lugar

lleno de duende y pellizco,

ruleta del sentimiento,

redondel de los delirios.

Yo nunca lo olvidaré...

-Yo jamás te olvidaré...- (mirando al cielo)

Rotonda de los Casinos"

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