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05.04.2024

Sola. Tú sola, María.

Ya no hay nadie más... No hay nadie.


El camino de la cruz,

 por si no fuera bastante

 culmina con tu hijo en brazos... 

en tus brazos... un cadáver.


¿Qué Dios puede querer esto?

¿Por qué un martirio tan grande?


A quien le diste la vida

¡sangre de tu propia sangre! 

hoy se muere en tu regazo 

sin saber qué nombre darle.

Muere Dios por las Angustias

 construyendo una pirámide 

pues del manto a la corona 

es triangular esta imagen 

que refleja como pocas 

el dolor de este romance.


Muere Dios en las Angustias 

y ojalá la brisa amaine

que a la hora nona en punto 

sólo había temporales.


Sóla. Tú sola, María 

en el final de este viaje,

 ante la muerte de Cristo 

ya clavado sin su clámide

 a menos que Dios disponga

 punto y seguido a mi frase.


Que por mucho que me expliquen 

los caminos de Dios Padre...

que aunque quieran razonar 

el odio de esos salvajes...


¡Quién puede ver a la Virgen!

Seguir confiando en los planes 

de ese Dios que ha permitido 

que siete cuchillos sangren 

traspasando el corazón 

de una forma miserable.


Estás sola, María... Tú... 

ni Dios mismo te complace.


Dime... Qué fe es la que tienes.

Qué creencias ejemplares.

Cómo puedes ya creer, 

teniendo a tu Hijo delante 

muerto... muerto y condenado 

de una forma inevitable.


¿No es Dios mismo quien podía 

abrir en canal los mares?

¿Acaso Dios no sanó?

¿No frenó aquella barbarie 

que quería lapidar 

a quien antes era amante...?


¿Acaso Dios no podía 

con una legión de ángeles 

desclavarse de esa cruz

perdonando en ese instante 

y evitándote el dolor

aguándote así los cálices?


¿Acaso Dios no tenía poder 

sobre los lugares

conminándole a los vientos, 

implorando tempestades, 

caminando por las aguas,

 derrocando voluntades?


Sola... Tú sola, María. 

y tu vida es una cárcel 

derrumbándose en la noche 

como un castillo de naipes.


Por eso cada domingo voy silente a visitarte.

Porque te veo tan sola...

Por evitarte ese trance 

de velar sola en el luto 

de una muerte tan cobarde.


Sólo por eso, Señora, 

el domingo por la tarde 

sea cual sea mi rumbo 

aunque sea un sólo instante 

estreno Semana Santa

contemplando tu semblante.


Que por mucho que me expliquen

 que la fe es inmutable, 

necesito poder verlo justo abajo de mi calle...

cuando veo en las Angustias las Angustias de una Madre.

José Vegazo Mures (2016)


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