Pregón (haz clic para leerlo entero)

05.04.2024

Soy de ti y no lo sabía…

Eras mía, ya no hay duda.

Cuando pude pasear

agarrado a tu cintura

comprendí que no hay distancia

en mis cosas y en las tuyas.

Una noche de tormenta,

una noche un tanto oscura

en la que al fin comprendí,

agarrado a tus hechuras

que tu cara es un jazmín

en una noche de luna.

Hace frío en la capilla.

Poca luz… casi en penumbra.

Con dos cirios encendidos

y un silencio que retumba

confirmando que no hay noche

ni ocasión más oportuna.

Soy de ti y no lo sabía…

Eras mía… Ya no hay duda.

Mayordomos y priostes

realizaban las consultas.

Las mujeres, embobadas

unas cuantas acumulan

de un rosario que es de amores,

al amarla con locura.

Mientras tanto, camareras

y más mujeres se suman

a ir planchando con cuidado

esas blondas diminutas

que usará luego Fernando

con mano firme y segura.

Y la Virgen, poco a poco

en la bendita clausura

del templo de los Descalzos

entre salves y aleluyas,

lentamente fue bajando

de su altar en las alturas.

Derramando con su gracia

claridad en la penumbra,

iba cosido a tu talle

confundido por la turba

que miraba al pregonero

agarrado a sus costuras.

¿Quién podría componer

una hermosa partitura

que mostrara tu belleza,

tu bondad y tu ternura?

Qué podría escribir,

estéril literatura,

que reflejara el sentir

cuando mis manos, desnudas,

te abrazaron por la espalda

al cambiar tus vestiduras.

Esos eran mis desvelos…

Esas eran mis preguntas…

Quién pudiera reflejar…

Qué pintor en su pintura

no quisiera que brillara

de una madre su dulzura.

Me avisaron del traslado,

requirieron de mi ayuda,

y mi vida desde entonces

ya no es mía, sino tuya.

Desde entonces ya no hay llanto…

Ya no hay pena… Ya no hay culpa.

Porque he tenido la suerte

de perder la compostura

al cogerte entre mis brazos…

con mis manos inseguras.

Soy de ti y no lo sabía…

Eras mía… Ya no hay duda.

Y cumpliendo mi promesa

volverás a ser mi musa

cuando la noche del miércoles

aparezcas en la bruma

Rodeada de alhelíes…

entre todas la más pura.

Allí estaré esperando,

como siempre en las Angustias

a la que es Madre de Dios

-y protege este pregón.

¡La Virgen de la Amargura!


José Vegazo Mures (2016).

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