Pregón (haz clic para leerlo entero)
Soy de ti y no lo sabía…
Eras mía, ya no hay duda.
Cuando pude pasear
agarrado a tu cintura
comprendí que no hay distancia
en mis cosas y en las tuyas.
Una noche de tormenta,
una noche un tanto oscura
en la que al fin comprendí,
agarrado a tus hechuras
que tu cara es un jazmín
en una noche de luna.
Hace frío en la capilla.
Poca luz… casi en penumbra.
Con dos cirios encendidos
y un silencio que retumba
confirmando que no hay noche
ni ocasión más oportuna.
Soy de ti y no lo sabía…
Eras mía… Ya no hay duda.
Mayordomos y priostes
realizaban las consultas.
Las mujeres, embobadas
unas cuantas acumulan
de un rosario que es de amores,
al amarla con locura.
Mientras tanto, camareras
y más mujeres se suman
a ir planchando con cuidado
esas blondas diminutas
que usará luego Fernando
con mano firme y segura.
Y la Virgen, poco a poco
en la bendita clausura
del templo de los Descalzos
entre salves y aleluyas,
lentamente fue bajando
de su altar en las alturas.
Derramando con su gracia
claridad en la penumbra,
iba cosido a tu talle
confundido por la turba
que miraba al pregonero
agarrado a sus costuras.
¿Quién podría componer
una hermosa partitura
que mostrara tu belleza,
tu bondad y tu ternura?
Qué podría escribir,
estéril literatura,
que reflejara el sentir
cuando mis manos, desnudas,
te abrazaron por la espalda
al cambiar tus vestiduras.
Esos eran mis desvelos…
Esas eran mis preguntas…
Quién pudiera reflejar…
Qué pintor en su pintura
no quisiera que brillara
de una madre su dulzura.
Me avisaron del traslado,
requirieron de mi ayuda,
y mi vida desde entonces
ya no es mía, sino tuya.
Desde entonces ya no hay llanto…
Ya no hay pena… Ya no hay culpa.
Porque he tenido la suerte
de perder la compostura
al cogerte entre mis brazos…
con mis manos inseguras.
Soy de ti y no lo sabía…
Eras mía… Ya no hay duda.
Y cumpliendo mi promesa
volverás a ser mi musa
cuando la noche del miércoles
aparezcas en la bruma
Rodeada de alhelíes…
entre todas la más pura.
Allí estaré esperando,
como siempre en las Angustias
a la que es Madre de Dios
-y protege este pregón.
¡La Virgen de la Amargura!
José Vegazo Mures (2016).